Memorias de Campo Dos: el mural que plasma la historia de los abuelos y las abuelas
«Hemos pasado tiempos muy difíciles, pero hoy el pueblo está más modernizado», expresó uno de los habitantes del corregimiento Campo Dos, de Tibú (Norte de Santander), en el marco del ejercicio de memoria «El mural del tiempo», una actividad acompañada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) que buscaba recuperar las memorias de los adultos mayores de la comunidad.
A través de sus relatos, las y los participantes revivieron los momentos clave de sus vidas, como si las semillas que plantaron en su juventud, finalmente, florecieran. En esa medida, el CNMH destaca las memorias que se recogieron en el mural, y que cuentan las luchas y cambios que los adultos mayores de Campo Dos han presenciado a lo largo del tiempo, tales como el papel de los dominicos, la riqueza de la región, el profundo lazo espiritual de la comunidad y las anécdotas relacionadas con la violencia derivada del conflicto armado.
El papel de los dominicos y la memoria histórica
Los frailes dominicos llegaron a Campo Dos al mismo tiempo que se introdujo el cultivo de palma en la región. «Mucha gente ha venido al Catatumbo buscando riqueza, lo que afectó a los barí, los primeros desplazados por las empresas y grupos que se asentaron aquí», comenta el padre Iván Garzón, sobre el impacto que sufrieron las comunidades indígenas con estos procesos y sobre cómo el corregimiento sigue siendo una fuente de ingresos para quienes llegan a asentarse en Tibú.
Es así como los dominicos, desde su misionalidad evangelizadora y eclesiástica, han desempeñado un papel vital en la reconstrucción del tejido social y en la preservación de la memoria histórica de Campo Dos, una comunidad marcada por la violencia desde hace décadas. En esta medida, «El mural del tiempo» —construido a partir de memorias individuales— es una herramienta para que las nuevas generaciones escuchen lo que sus ancestros vivieron, antes de que estas historias desaparezcan.
Líderes comunales y la riqueza de la región
Miguel Bernal, uno de los líderes comunitarios de Campo Dos, recuerda que «en 1963, solo había 100 familias; era un caserío muy pobre, la carretera estaba destapada [...] alumbrábamos con mechones de kerosén y gas». Durante esa década, el corregimiento comenzó a crecer en medio de la selva y, en 1972, se formó la primera junta de acción comunal, con José Meneses como su primer presidente. Sin embargo, fue solo hasta el 2000, cuando Bernal era presidente de la junta, que se construyó el primer acueducto. «Antes de eso, no teníamos agua tratada», añade.
Ubicado en la vía entre Cúcuta y Tibú, Campo Dos se ha convertido en un eje clave de conexión para el transporte de productos de la región. En este sentido, Luis Pérez señala cómo, desde los años 70, esta vía era fundamental para el desarrollo del corregimiento; sin embargo, sus reflexiones también giraron en torno a las creencias locales y, por eso, también compartió historias sobre leyendas locales como el Cojito y la Llorona, que habitaban en la imaginación de los habitantes, si bien, ahora, en la región, «se les teme más a los vivos que a los espantos —dice el participante del taller—. Lo mejor sería buscar la paz».
La Virgen de la tablita: los milagros son posibles
Las historias de Campo Dos están entrelazadas con las profundas tradiciones de su gente. Para Zoraida Ovalles, la devoción a la Virgen de la tablita ha sido un pilar en su vida desde la infancia, así como un símbolo de esperanza y de la creencia en que, con fe, cualquier milagro es posible.
«Un señor que trabajaba picando tabaco cerca del río, un día, perdió el equilibrio y estuvo a punto de ahogarse. En su desesperación, logró aferrarse a una tablita que lo ayudó a salir del agua. Al llegar a casa, le contó a su esposa lo sucedido, y guardaron la tablita para seguir picando el tabaco en ella; días después, la esposa notó algo inusual: en la tablita empezaron a aparecer unas estrellitas. Mi mamá le dijo que no la maltrataran y que esperaran a ver qué pasaba, con el tiempo, en la tablita apareció la imagen de la Virgen y el Niño. Mi mamá y la señora llevaron la tablita al padre Gamboa, que apenas tenía una iglesia sencilla. El padre la recibió y la imagen se fue haciendo más clara. Le hicieron un nicho, y la gente empezó a visitarla. A veces, quienes tenían pecados no podían verla».
Cada año, el 2 de febrero, la comunidad celebra la festividad de la Virgen de la tablita, coincidiendo con la fecha de su aparición. «Aquí viene gente de Venezuela, de Bogotá, y de todas partes para cumplir promesas y pedirle milagros», manifesta Zoraida, con orgullo de esta tradición, que ha mantenido viva la fe de cientos de personas durante generaciones.
La toma del puesto de Policía y la violencia armada
El ataque al puesto de Policía en Campo Dos se produjo a principios de la década del 2000, en medio de una escalada de violencia producto de la presencia de grupos guerrilleros y paramilitares en la región. A raíz de esto, la vida cotidiana de los habitantes del corregimiento cambió radicalmente, marcando una época de miedo e incertidumbre.
Zoraida Flores recuerda que tenía nueve años cuando los paramilitares llegaron al corregimiento. «A mí me tocó salir corriendo y duré dos días en una finca, con temor de regresar al pueblo. Cuando volvimos, encontramos esta gente, eran personas grandes, altas, negras, no tenían cara de gente buena, daban miedo, era mucho temor el que uno sentía. Teníamos que saludar a estas personas y hacer lo que ellos mandaran […] así fue durante casi ocho años».
De igual manera, Zoraida narra un episodio que ocurrió en su adolescencia: «Una vez, tuve una discusión con otra muchacha, y a ambas nos llevaron a una casa que ellos tenían, hacían un castigo que consistía en que nos golpeaban con unas tablas. Por suerte, yo me salvé, pero a la otra compañera sí le tocó pasar ese duro proceso. Menos mal, una amistad habló por mí y me detuvo, me sacó de ese calvario para el que iba […] era una casa que habían quitado y, en esa casa, pasaron muchas cosas malas. Ahorita, parece que ya la recuperaron, pero hicieron muchas cosas malas».
Por último, Miguel Bernal, líder comunal, también afirma que esa época fue la más difícil para los habitantes de Campo Dos: «Fue cuando entraron las autodefensas. Averiguaron mi vida, quién era yo, como era el presidente de la junta, porque la consigna era acabar con los presidentes de junta. Menos mal, hubo gente que habló por mí; al ser un abuelo y una persona muy honesta eso evitó que se metieran conmigo para nada. Hubo muertos de parte y parte, fue muy duro para nosotros. También hubo violencia por parte de la guerrilla cuando atacaron el puesto de Policía, con muertos y heridos. Hemos pasado tiempos muy difíciles, pero hoy el pueblo está más modernizado, más poblado y, gracias a Dios y al proyecto de la palma, ahora son 5000 familias».
Este encuentro intergeneracional permitió, entonces, recopilar valiosas memorias que serán plasmadas en un micrositio del CNMH, en el cual se profundizará en los hechos, lugares y personajes que han dejado una huella imborrable en la historia de Campo Dos. Es así como las y los participantes reflexionaron sobre su futuro con esperanza, afirmando que «cuando crecemos, somos sombra de vida», y evocando la resiliencia y el legado que desean dejar para las futuras generaciones.
CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA | 28 de Octubre de 2024