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Puerto Berrío recuerda a las almas perdidas en el conflicto armado

¡Una plegaría en memoria de cientos de personas asesinadas por actores armados que buscaron desaparecer sus cuerpos en un intento por borrar estos actos para siempre! La comunidad de Puerto Berrío (Magdalena antioqueño), donde era frecuente en los años más crudos del conflicto armado rescatar cadáveres arrojados al río y adoptarlos como familiares, dedica el mes de noviembre a esas almas perdidas. El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) acompañó la apertura de esta tradición que aporta a dignificar a las víctimas de desaparición forzada y a la esperanza de las familias en permanente duelo, ausencia y búsqueda de sus seres queridos.

A partir del 2 de noviembre, a las 11:15 de la noche, el animero del pueblo, Hugo Hernán Montoya, recorre el cementerio mientras reza la novena por las almas del purgatorio —dice que las ánimas perdidas lo siguen en su recorrido y encuentran su camino—. Pasada la medianoche, va por las calles pidiendo entre los pobladores un padrenuestro y un avemaría por el eterno descanso de aquellas almas. «En especial, por las que no tienen quien pida por ellas, las que están al borde del abismo infernal, las que no tuvieron una sagrada sepultura», apunta este popular personaje, cuyo oficio se conserva en algunos pueblos de Antioquia y la región del viejo Caldas, así como en otros departamentos del país.

«Lo hago por una promesa, por los milagros que me han hecho las ánimas benditas». Hugo Hernán, de 70 años y los últimos 24 dedicados al oficio de animero, cuenta que el primer favor que recibió de las ánimas fue que lo salvaran de morir en sus primeros meses de vida, ya que estuvo decaído por el descuido de su madre, quien se encontraba sumida en el alcoholismo. «Me han disparado, me han querido matar y estoy vivo por los milagros de ellas».

 

«Memento mori»: memoria de la desaparición forzada en Puerto Berrío

 

El animero recuerda la dureza de la violencia en la región del Magdalena Medio en medio del auge del paramilitarismo, entre las décadas de los 90 y los 2000. «Aquí se encontraban cuerpos sin cabeza, a veces encontrábamos la cabeza en el río o en algún lado. Era cuando salió el grupo que se llamaba Muerte a Secuestradores (MAS)». Hugo Hernán destaca, además, que había una fluida actividad sindical y política en Puerto Berrío, donde habitaban miembros de la Unión Sindical Obrera (USO), de la Juventud Comunista Colombiana (JUCO) y de la Unión Patriótica (UP), y que, por esta razón, para contrarrestar dicha movilización social, empezó una estrategia de violencia paramilitar desde el concepto de limpieza social.

En Puerto Berrío se proyectó una de esas historias: la de un cuerpo decapitado, encontrado en el río y sepultado como N. N., y la promesa del animero por encontrar su cabeza para devolverle la dignidad a aquel cadáver. El relato fue recogido por Fernando López Cardona, director de la película Memento mori, la cual se grabó en Puerto Berrío, en 2021 y se estrenó en 2023.

La violencia del conflicto armado en el Magdalena Medio fue (¿es?) de tal magnitud que terminó introduciendo una costumbre en Puerto Berrío… la costumbre de rescatar cuerpos del río y sepultarlos en el cementerio. Muchos creían que las almas de estas víctimas de desaparición forzada tenían el poder de favorecer a quienes las renombraban y rogaban por su eterno descanso en el mundo espiritual.

«El animero pasó a ser un mensajero entre los vivos y los muertos. Los cuerpos que la gente rescataba para rebautizarlos y hacerlos aliados espirituales se designaban como “los escogidos”», cuenta Fernando López Cardona, y menciona que es difícil explicar por qué eso ocurre. «Quizás por las condiciones de violencia, el duelo, la pérdida de la fe en los vivos y creer más en los muertos», anota.

El CNMH, la Mesa Municipal de Participación Efectiva de Víctimas y la Oficina de Víctimas del municipio lideraron la conmemoración del Día de los Muertos, denominada «Poner el dolor en la escena de lo público»Para el Centro Nacional de Memoria Histórica, es importante honrar la vida de estas víctimas no identificadas de la violencia de manera pública en un ejercicio de reconocimiento y memoria, necesario para la no repetición de hechos del conflicto armado.

La comunidad también participó en la proyección de la película y en un espacio de conversación y reflexión posterior a la proyección, a través de un diálogo con el director Fernando López Cardona. Esta actividad es una de las formas que tiene el CNMH de llevar la entidad a los territorios del país, cumpliendo la promesa de que «El territorio habla, el centro escucha».

La necesidad de hacer memoria también desde el arte

 

Memento mori fue la película elegida para la apertura del Festival Internacional de Cine de Cartagena en 2024. En ella participan habitantes de Puerto Berrío en una reconstrucción de la memoria desde el cine. Su director destaca que también se cuenta el conflicto armado desde la mirada de la comunidad y de las víctimas: «¿Cómo reacciona un poblador que ve que se matan y tiran muertos al río? ¿Cómo vive el conflicto una mujer que tiene a su marido desaparecido y, en el fondo, sabe que está muerto, pero que confía en que aparezca, así sea para enterrarlo? ¿Cómo lo vive el animero, que no tiene nada que ver con la guerra, pero cuyo quehacer está relacionado con los muertos?», plantea López Cardona.

«Al hacer la película en el mismo lugar donde sucedió la historia, temíamos que la comunidad la rechazara por miedo o porque no querían hablar de eso. Sentíamos que podía ser un lugar peligroso, pero no fue así. La gente quería hablar y le parecía importante contarlo», agrega el cineasta.

Por último, para Kelly Johana Moreno, profesional de apoyo al enlace municipal de víctimas, el ejercicio de hacer memoria a través de la reproducción de la película y de la reflexión colectiva —con la participación de víctimas del conflicto armado y de otros pobladores de la región— se enriqueció gracias a la diversidad de puntos de vista sobre el duelo que generó la guerra. «Es necesario hacer memoria porque no queremos repetir esos hechos».

«Queremos que nuestros jóvenes sean más conscientes, que incluso los adultos que aún tienen mucho resentimiento por todo lo que tuvieron que vivir, puedan recordar con un poco más de calma en sus corazones a esas personas que ya no están», señaló Kelly,  quien resalta cómo la narrativa del cine les permitió a los habitantes de Puerto Berrío identificarse con sus duelos particulares y también colectivos, y con sus memorias de vida en el medio del conflicto.

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CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA | 12 de Diciembre de 2024
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