La palabra como ofrenda: el CNMH capacita a mediadores de lectura de Idartes
La totuma es un implemento culinario característico de los pueblos originarios de Colombia; su forma en cuenca es ideal para el consumo de alimentos líquidos o sólidos. Sin embargo, en el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), esta vasija no solo representa las costumbres ancestrales transmitidas de generación en generación, también alberga en sus bordes el poder de la memoria.
La textura lisa e interna de la totuma del CNMH está marcada por las voces de las víctimas del conflicto armado. Fueron ellas quienes escribieron en aquella artesanía sus memorias de lucha y resistencia, y se la entregaron a la entidad con la misión de difundir su palabra a lo largo y ancho del territorio nacional.
«Por eso, hoy la traje como una ofrenda de la palabra», dijo Nartyjulieth Vásquez Quijano, contratista de la Biblioteca Especializada en Derechos Humanos, Memoria Histórica y Conflicto Armado del CNMH. Desde ese momento, aquel implemento culinario se volvió recurrente en los encuentros liderados por el Centro Nacional de Memoria Histórica con miembros del Instituto Distrital de las Artes (Idartes).
La alianza entre ambas entidades ha permitido que la Biblioteca Especializada del CNMH capacite a mediadores de lectura de la gerencia de literatura de Idartes en temas relacionados con memoria histórica y los archivos de derechos humanos. El propósito detrás de estos talleres consiste en formar a las y los profesionales del instituto en estrategias de cuidado al momento de desarrollar procesos de mediación de lectura, escritura y oralidad a través de la literatura con víctimas del conflicto armado.
«Ustedes son mediadores de lectura en Bogotá, una ciudad donde llegan muchas situaciones migratorias derivadas del conflicto», señaló Vásquez durante uno de los talleres. «Esas personas tienen una gran disposición de memoria y ustedes son sus primeros contactos para hacer consciencia de la importancia de sus historias», agregó.
Desde esa premisa, el CNMH se ha reunido en dos ocasiones con las y los integrantes de Idartes: el 24 de junio se realizó el taller Navegando por la Memoria, el cual les brindó conocimientos sobre la importancia de los archivos de derechos humanos; mientras que, el 8 de julio, se realizó la capacitación sobre lectura, escritura y oralidad en memoria histórica.
«Nosotros trabajamos con la palabra oral y la palabra escrita. Cuando vamos a los territorios, nos están entregando la palabra de vida», explicó Nartyjulieth Vásquez. Con esa reflexión, los mediadores de lectura fueron conscientes de su papel transformador en el país y cómo su disposición puede cambiar la historia de una víctima.
«La última vez que lo vi, él tenía todos sus huesos»
En el primer encuentro con Idartes, fue protagonista la historia de Fabiola Lalinde Lalinde, una mujer que recogió 25 kilos de verdad buscando a su hijo desaparecido, Luis Fernando Lalinde. Su lucha expuso ante los ojos de las y los participantes la importancia de los archivos de derechos humanos en Colombia.
«Cuando ustedes se topan con un archivo, están encontrándose con una vida», precisó Vásquez Quijano, pues en los documentos recolectados por Fabiola no solo quedó registrado el crimen cometido contra su hijo, sino que se mostraron las afectaciones a su familia. «Esto se convierte en un baúl de recuerdos marcados por una lucha», puntualizó.
A partir de ese archivo, los miembros de Idartes realizaron un ejercicio de escritura creativa que les permitió narrar desde los zapatos del otro. «Tratar de ponerme en el papel de mamá fue doloroso. Leer que a Fabiola solo le entregaron 69 huesos… duele», narró Valentina Quintero, mediadora de lectura.
Para los asistentes, el desempolvar esos documentos fue un proceso revelador sobre el conflicto armado en Colombia. «Nos recuerda que no deja de ser una historia de fragmentos y pedazos de lo que fue una persona», puntualizó Yalila Andrea Pérez, integrante de Idartes, quien compartió esa reflexión tras plasmarla en su ejercicio literario:
«69 piezas óseas… ¿Qué habrán hecho las demás? Estoy segura de que cuando se fue, la última vez que lo vi, él tenía todos sus huesos».
Tras la capacitación, los mediadores de lectura salieron con una expresión distinta en el rostro. «Ustedes empezaron a leer de una manera y terminaron de otra», comentó Nartyjulieth sobre el ejercicio. Y si bien se realizarán más encuentros, quienes participaron ya cuentan con algunas herramientas para generar estrategias de cuidado con las víctimas. El texto creado por el participante Santiago Gómez Castañeda es prueba de ello:
«Hay tanta evidencia registrada
que no ha logrado ocupar los vacíos existentes en el cuerpo
[...] Hacen falta palabras para llenar este vacío;
por ahora, tenemos un archivo».
Después de escuchar los demás escritos, cobró sentido la presencia de la totuma del CNMH. Al inicio, Vásquez Quijano ofrendó la palabra que escribieron las víctimas en la cuenca y, quizá, para los miembros de Idartes fue extraño escucharla; sin embargo, al finalizar, se volvió evidente la importancia de aquella vasija: era la representación perfecta de que existe una voluntad de memoria que espera ser escuchada, leída y mediada.
CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA | 28 de Octubre de 2024