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Luisa Maibel Gómez: del desplazamiento al empoderamiento a través del cacao

Luisa Maibel Gómez Hernández, una mujer de 40 años nacida en el municipio de San Carlos, Antioquia, es hija de Adela y José. Es una sobreviviente del conflicto armado, que despojó a su familia y comunidad de sus tierras. Aunque su familia no perdió la vivienda en el casco urbano, muchos de sus parientes fueron desplazados, entre ellos sus tíos Blanca y Eduardo. Ellos, junto a sus tres hijos, César, Luz Enith y Patricia, fueron forzados a abandonar su finca en la vereda San Miguel en el año 2000, cuando la zona fue invadida por la guerrilla y luego por los paramilitares.

El dolor del desplazamiento

La violencia de los grupos armados convirtió a los campesinos de la región en sospechosos y objetivos, obligándolos a huir. "Señalaron a todos como guerrilleros. Mi tía Blanca, con sus tres hijos, tuvo que dejar todo atrás y huir hacia Cali. La vereda San Miguel, que fue su hogar, quedó en el abandono durante 15 años", recuerda Luisa. Esta experiencia marcó profundamente a su familia y a muchas otras en la región, dejando una huella imborrable en su historia.

El camino de la restitución

En 2020, Blanca y Eduardo decidieron iniciar el proceso de restitución de tierras, un paso valiente para recuperar lo que les pertenecía. Después de tres años de lucha, en 2023 recibieron la sentencia que les devolvió su finca. Junto con la tierra, también se les otorgó un proyecto productivo de cacao, un cultivo que siempre fue parte de su vida.

"Sembramos 2.200 árboles de cacao en la finca que recuperaron mis tíos. Para nosotros, el cacao significa un cambio de vida", dice Luisa. Este cultivo, que ha sido parte de la tradición familiar, se convirtió en el motor de su resurgimiento.

De la restitución a la exportación

Luisa no se detuvo en la producción local. Su visión fue más allá, y con el apoyo del programa ‘Ella Exporta a África’, liderado por la vicepresidenta Francia Márquez, y el Fondo Mujer, logró llevar su cacao a mercados internacionales. Ella acaba de llegar de Sudáfrica. "Allá hicimos negocios, éramos 24 mujeres de Colombia y de Antioquia solo dos. Mi piel es morena, la familia de mi abuela es negra, y me gusta la mezcla que tengo. Eso para mí significa poder, es ver la inclusión en su máxima expresión", comparte con orgullo.

El programa no sólo le permitió exportar, sino que también le ofreció formación especializada durante ocho meses, en alianza con ProColombia, Analdex y la Universidad de los Andes. Esta capacitación le dio las herramientas para transformar su sueño en realidad.

Chocofruts: El renacer de una tradición familiar

En medio de la pandemia de 2020, Luisa fundó Chocofruts, una empresa familiar dedicada a darle valor agregado al cacao que su familia cultiva en San Miguel. "Empezamos con la idea de aprovechar lo que siempre hemos hecho. Hoy en día, 10 familias cacaocultoras trabajan con nosotros, y ya hemos exportado a Estados Unidos. Nuestra meta es llegar a muchos más lugares, como Sudáfrica, donde realizamos la misión exploratoria", explica.

El impacto económico del proyecto es significativo. "En 2020, un kilo de cacao valía $5.000 pesos, pero hoy en día lo hemos valorado hasta en $30.000 pesos. El cacao es una planta ancestral, parte de nuestras raíces, y tiene un enorme potencial no solo económico, sino también cultural y emocional", agrega.

Empoderamiento y sanación a través del cacao

El camino de Luisa no ha estado exento de dificultades. Durante su juventud, tuvo que huir de San Carlos debido a la amenaza de un paramilitar que intentó violarla. "Las mujeres jóvenes éramos muy vulnerables. La mayoría de los niños en mi pueblo son fruto de violaciones por parte de los paramilitares", revela con dolor. Sin embargo, en lugar de rendirse, encontró en su hijo, nacido hace 21 años, la fuerza para sanar y seguir adelante.

Hoy, además de dirigir Chocofruts, Luisa está comprometida con el turismo comunitario y la preservación de la memoria histórica de su pueblo. Colabora con la parroquia local y organiza actividades que buscan sanar las heridas del pasado. "Todavía nos falta mucho por sanar. La historia de cómo la guerra afectó a las mujeres sigue oculta, pero estoy decidida a cambiar eso", afirma.

Un sueño para San Carlos
El sueño de Luisa es que su pueblo, San Carlos, sea conocido no solo por la violencia que sufrió, sino por la calidad de su cacao y el empoderamiento de sus habitantes. "El cacao produce felicidad, y en Colombia, nos ayuda a sustituir cultivos ilícitos. Espero que algún día, cuando la gente escuche 'San Carlos', lo asocie con el mejor chocolate del mundo y no con la guerra", concluye con esperanza.

Luisa Maibel Gómez Hernández es un ejemplo de resiliencia y transformación. Su historia, al igual que la de su familia, es un testimonio vivo del poder de la restitución de tierras para cambiar vidas y construir un futuro mejor, donde el cacao, símbolo de su cultura y resistencia, juega un papel central.